Sistema de seduccion subliminal
Sobre el mundo de la pareja y la seduccion

Intimidad hombre y mujer

Nunca había conocido a un hombre que la hiciera sentir así. Está convencida de que les aguarda un porvenir mara­villoso.

Rebecca no puede estar más equivocada. Siempre sucede así con los hombres separados. Supongo que si alguien inventase la manera de embotellar lo que esos individuos dan, para que pudieran comprar el producto esos chicos solteros que ligan menos que los gases nobles, el inventor ganaría un millón de dólares. El separado se lan­za sobre su pareja con la intensidad y la velocidad de una fiera. Esto tiene su explicación. Rara empezar, el separado no ha tenido una relación sexual medianamente satisfacto­ria desde los tiempos de la primera administración Clinton, y por eso la agradece tanto y está dispuesto a dedicarte una fiesta nacional y a bautizar dos o tres escuelas con tu nom­bre.

En segundo lugar, sabe lo que vale la autenticidad en la relación íntima con una mujer. Tal vez lleva separado el tiempo suficiente para haber tenido la habitual racha de aventuras breves, liberadora al principio pero decepcionan­te en último término; esas experiencias le han enseñado que conocer a una mujer para llevársela a la cama y que valga la pena pasar con ella todo el día siguiente no es que sea un suceso poco habitual, sino que constituye un pequeño mila­gro. Por eso te dice algunas de estas cosas:
  • Que eres muy bonita.
  • Que nadie le ha comprendido nunca tan bien como tú.
  • Que jamás se había sentido tan a gusto con nadie.
  • Que eres exactamente su tipo.
  • Que si te hubiese conocido antes, se habría casado con­tigo.
  • Que vuestras aficiones coinciden por completo.
  • Que nunca había sentido una atracción tan poderosa por ninguna mujer.
  • Que eres maravillosa.
  • Que le gustas porque eres alegre, animada, delgada, com­prensiva, elegante y espontánea.
  • Que es fenomenal que te guste tanto el sexo.

Es verdad que tú eres todo eso y mucho más, pero en reali­dad la fuerza motriz de tanta devoción es la necesidad deses­perada que tiene de encontrar un nuevo anclaje en la vida. Es como si lo necesitase para sobrevivir, ¿o crees que algún hombre visitaría unas rebajas de calzado en unos grandes al­macenes si no estuviese desesperado? Pues ahí tienes a tu hombre. Por muy terrible o aburrida que sea la relación con su mujer, el matrimonio es el cable salvavidas del hombre. Li­teralmente. Los estudios médicos y psicológicos demuestran que los hombres casados son más felices, gozan de mejor sa­lud y se muestran más joviales y alegres. ¿Y los que no tienen esposa? Más enfermos, más tristes, más difuntos.

Aunque a las mujeres nos hayan persuadido de que esa unión para toda la vida es más importante para nosotras que nuestro ADN, en realidad son los hombres quienes no podrían sobrevivirsin el matrimonio. El estado de casado es el más cómodo para ellos, y por eso los separados no piensan sino en reproducir esos ritmos confortables con la primera mujer que se digne hacerles caso y les agrade siquiera medianamente. A cambio, él proporcionará intensidad, intimidad, seguridad y prome­sas de futuro, además de un montón de camisas sucias para lavar. Ni siquiera tendrás necesidad de pedírselo.
 
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